Por su antigüedad, los edificios y calles de la Ciudad de México están llenos de leyendas, una de ellas es la de "Francisca la embrujada", quien murió misteriosamente en la casa con el número 7 de la calle hoy conocida como Venustiano Carranza del Centro Histórico.
Cuenta la leyenda que, en 1554 doña Felipa Palomares y su hijo Domingo vivían en la residencia localizada en la calle Venustiano Carranza, la cual fue heredada a la mujer por su adinerado esposo.
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Al ser hijo único, Domingo se encargaba de su madre; sin embargo, estaba en busca de la mujer con quien compartiría su vida, a la cual conoció un domingo por la tarde.
Mientras caminaba por las calles del centro, Domingo vio a una bella joven salir de una iglesia; el hombre quedó tan cautivado que decidió seguir a la mujer, llamada Francisca.
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Francisca llegó a una casa que pertenecía a una familia de origen humilde y no reconocida, cosa que no le importó al joven adinerado, quien comenzó a cortejarla, aunque sin permiso de su madre.
Al poco tiempo, a los oídos de doña Felipa llegó la noticia del romance de su hijo y Francisca, quien no era de su agrado por no tener dinero; así que decidió ir con una bruja para que la ayudara a separar a la pareja; sin embargo Domingo ya había decidido casarse con la joven.
El día de la boda, Felipa regaló a Francisca una almohada roja de terciopelo, que a primera vista se parecía a cualquier otra, aunque esta estaba hecha de plumas de siete patos que fueron sacrificados en un ritual por la bruja.
A partir de esa noche, la maldición de la almohada recayó en la recién casada, quien como una vela se fue apagando y demacrando poco a poco. Francisca murió en menos de seis meses, dejando solo a Domingo.
Una noche, mientras Domingo, el espíritu de Francisca se le apareció revelándole el mal que su madre y la bruja le habían hecho. Conmocionado, denunció a ambas mujeres, quienes fueron quemadas en leña verde.