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Un clásico descolorido

El equipo de las Águilas tiene plantel de sobra para intentar un planteamiento diferente al mostrado el sábado en Guadalajara.

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El futbol mexicano parece estar devaluándose a medida que pasa el tiempo; al contrario de lo que se esperaría algunos partidos han dejado de ser lo atractivo que eran para convertirse en uno más de la programación futbolera del fin de semana. El partido llamado Clásico dejó de serlo cuando uno de los dos equipos jugó a no perder, en vez de competir por ganar; pero no es reciente, de este torneo en el que América se encuentra de capa caída, antes fue Chivas que no ha podido ganar el partido más tradicional de nuestro balón pie, desde el Clausura 2017 que Guadalajara no gana un partido en fase regular. Que el partido que está marcado como el más importante del torneo termine con un empate a cero goles puede traducirse en un descenso en el interés del deporte, desde arriba con los dirigentes que tratan al futbol con desdén mientras este les siga dando dividendos, hasta los aficionados que ya no se creen muchas de las historias que se generan en el entorno, casi siempre para tapar algo turbio. 

América no podía darse el lujo de perder el Clásico; el estar en el último lugar de la tabla general ya es demasiado para el orgullo americanista, pero encima perder contra el máximo rival, pudo haber sido el acabose. El equipo de las Águilas tiene plantel de sobra para intentar un planteamiento diferente al mostrado el sábado en Guadalajara, pero no hay confianza dentro del grupo para demostrar el futbol que han legado a lucir. América pasó casi un año siendo una de las mejores defensas del torneo mexicano, pero al empezar este semestre, todo comenzó derrumbado: la armonía y la convivencia ya no eran iguales que al comienzo del proyecto anterior, el cuerpo técnico perdió credibilidad dentro del vestidor y salieron de la institución un par de elementos que funcionaban, ene l cuadro bajo, sin que se haya encontrado a los sustitutos adecuados. El equipo se defiende mal, o se defendía, porque no haber aceptado un gol ya parece un avance. 

El Clásico Nacional tuvo solo tres remates a puerta, una cantidad que se espera en un partido entre Primero ‘A’ vs Primero ‘B’, pero para un enfrentamiento entre futbolistas profesionales con tanta trascendencia, esta cantidad de remates al arco es una falta de respeto a las personas que quisimos ver el partido. Lo más grave, es que fue América, con un hombre menos y peor presente deportivo que su rival, el equipo que más remató un balón en el área de los tres postes; con dos veces. Guadalajara es un equipo plagado de jóvenes que no dejan de correr, pero es lo único que se puede rescatar de su futbol; corren la milla. Pero le hace falta creación de juego, de oportunidades, de remates y le hace mucha falta el gol. Los dos partidos en los que el Rebaño anotó tres goles parecen fortuitos en comparación del trabajo que le cuesta llevar la pelota de su portería a la del rival y después encajarla en la red.

El americanismo parece preocupado porque el equipo no muestra un rumbo adecuado, han pasado diez jornadas del torneo y América no parece estar acoplado a la competencia, de frente tiene rivales que se le pueden complicar entre los que destacan León Tigres y Cruz Azul. Haber logrado el empate en el Clásico devolvió un poco las esperanzas y el alma de un equipo que pudo haberse despedido del torneo en la fecha diez. Ahora, con las bondades de la Liga Mx, podrá aspirar a llegar al repechaje; si, y solos si, logra cosechar triunfos en sus siguientes encuentros. Restan siete partidos de los que, sacando la calculadora, tendrá que lograr catorce puntos por lo menos para aspirar a entrar a la zona de repesca. 

El futbol mexicano necesita que los partidos clásicos vuelvan a ser vibrantes, con color en la tribuna y con una sana rivalidad; que dejen de ser especulativos. La afición mexicana se encuentra ávida de buen espectáculo, quiere regresar a las tribunas en familia, para disfrutar de partidos atractivos, que diviertan; que no sean un remedio para el insomnio de un sábado por la noche.