Opinión

A LA IZQUIERDA

No te equivoques, Marcelo

El canciller cuenta con atributos propios que debería resaltar. Es uno de los pocos miembros de la 4T que podría recuperar a las clases medias e impulsar una agenda de derechos.

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Marcelo Ebrard y su equipo se han enredado en el juego de la sucesión. Se han convencido de que la mejor estrategia es resaltar la cercanía y cualquier parecido con el presidente. El canciller cambió el traje y la corbata por la gorra y el chaleco color guinda; comenzó a postear fotos de antaño que justifican su militancia lopezobradorista; perdió parte de la frescura de su discurso y lo homologó al de todos los cuatroteístas; y hasta abrazó orgullosamente el despectivo calificativo presidencial: “soy una corcholata reconocida”.  

Eso tendría sentido si el juego no estuviera enmarcado en la arbitrariedad y no hubiera ningún otro jugador haciéndolo. Pero no es así. En las imitaciones y en las adulaciones van ganando la consentida, Claudia Sheinbaum, y el destapado, Adán López. La primera renunció desde la derrota electoral de la Ciudad de México a destacar sus atributos personales y decidió parecer dicharachera, cercana al pueblo y usar en el logo de su gobierno el color guinda. El segundo apareció en la escena nacional por invitación del uno, quien ha destacado que no sólo es un buen operador, sino que además “es su paisano”. 

En este caso no aplica el dicho de que en donde caben dos caben tres. No hay ningún antecedente en el que realmente alguna candidatura importante se haya decidido por una encuesta confiable. Recientemente, el periodista Arturo Cano ha señalado que en el mismo mitin de Toluca en el que orillaron al canciller a aceptar las reglas de la arbitrariedad, se le notificó a Delfina Gómez que será la candidata a la gubernatura del Estado de México. Y eso que aún ni se hace la encuesta. Si el juego no es de números ni de preferencias ciudadanas, sino de afectos, entonces todo indica que, si la consentida no termina por llenarle el ojo al presidente, entonces el elegido será el paisano destapado, aunque eso signifique hacer una encuesta a la medida. 

El camino, entonces, debe ser otro. El canciller cuenta con atributos propios que debería resaltar. Es uno de los pocos miembros de la 4T que podría recuperar a las clases medias que se han alejado de aquellos que les llaman “aspiracionistas” e impulsar una agenda de derechos, tal y como lo hizo en la Ciudad de México sucediendo a Andrés Manuel.  Además, tiene su propia relevancia internacional: negoció exitosamente con el equipo de Donald Trump, operó el rescate de Evo Morales, consiguió las vacunas y ganó prácticamente todas las postulaciones internacionales a las que ha aspirado México. Es un funcionario más que eficiente.

A todo esto, habría que sumar que ha compartido una historia de lucha con López Obrador, y no, como se está haciendo, centrarse en ella y opacar su personalidad con la esperanza de ganar el corazón del presidente. Así, quizás, podría resaltar su valía y abrirse una oportunidad en el juego de la sucesión e incluso más allá de él. O si no, al menos serviría para conservar la dignidad y no quedar sin la candidatura presidencial y, además, desnudo, como el resto de la corte. 

No te equivoques, Marcelo.