Opinión

A LA IZQUIERDA

Opositores

Todas estas oposiciones son diferentes, pero tienen en común la falta de horizonte. No tienen un programa definido y no se conciben como alternativa, sino como resistencia.

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Existen varias oposiciones activas en la arena pública, aunque desde el gobierno se engloban en sólo una. Son activas en tanto que su inconformidad se hace manifiesta, ya sea discursiva u organizativamente. Una de ellas tiene un discurso beligerante que raya en lo ridículo: lo suyo es el espectáculo. Se moviliza con consignas poco consistentes, que podríamos inscribir en la nueva derecha, que le vienen como anillo al dedo a aquellos que viven de exhibir opositores sin tablas para argumentar. Si bien no es protagónica, ha encontrado un lugar que le resulta útil a sus fines y a la retórica gubernamental: la más reaccionaria y clasista de las oposiciones. 

La otra oposición es aquella que contradice sistemáticamente al gobierno en las redes, los medios y el congreso; y que se acaba de anotar su mayor victoria política al impedir la reforma eléctrica. Su oposición se basa en hacer exactamente lo contrario que dice el presidente. Ahí ha encontrado supervivencia, pero también un límite: su discurso inicia y termina en AMLO.  También está la de los intelectuales de la transición, tanto los de la derecha como los de la izquierda democrática.

Al inicio del sexenio parecía que habían perdido vigencia, pero ante la falta del desarrollo intelectual serio desde el lopezobradorismo, algunos se han ido renovando, aunque desde sus propios referentes culturales, lo que les resta potencia: su conversación no llega más allá de un público específico. 

Todas estas oposiciones son diferentes, pero tienen en común la falta de horizonte. No tienen un programa definido y no se conciben como alternativa, sino como resistencia. Viven en la coyuntura y, al igual que los lopezobradoristas, no han empezado a imaginar el mundo después de López Obrador. Cuando ese momento llegue ambos se preguntarán, ¿y ahora qué?

Pero también hay una oposición pasiva, silenciosa. No se manifiesta porque la retórica oficialista es muy agresiva con el disenso y porque se enfrenta con que las oposiciones activas no la interpelan. Es probable que los que la conforman estén en sintonía con el espíritu de cambio de nuestro tiempo, pero no acompañan las decisiones gubernamentales. Como todas las oposiciones de este tipo, puede devenir en activa cuando una situación se vuelva insostenible o cuando alguna fuerza, nueva o cismática del oficialismo, logre encauzarla. 

Si no estuviéramos tan entretenidos en la inmediatez, estaríamos más atentos a lo que está surgiendo, paulatinamente, en el silencio.