Opinión

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AMLO ¿por qué tiene tanto cariño por Peña Nieto?

El admirante Ojeda se ha comportado a la altura de las circunstancias históricas al entregar información clave sobre la noche de Iguala del 26 de septiembre de 2014.

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 Andrés Manuel López Obrador ha tenido numerosos adversarios a lo largo de su carrera política:

  • Felipe Calderón
  • Vicente Fox
  • Carlos Salinas de Gortari
  • Ricardo Anaya
  • Iberdrola
  • Roberto Madrazo
  • El Horario de Verano

Sin embargo, a pesar de haber competido (y perdido) contra él en las elecciones federales de 2012, el fundador de Morena tiene un cariño especial por Enrique Peña Nieto. Es en serio. Siente más aprecio por él que por muchos integrantes de su propio partido.

En la conferencia mañanera del jueves, a pregunta expresa de si el ex gobernador mexiquense sería citado a declarar por su presunta participación en la trágica noche del 26 de septiembre del 2014 en Iguala, López Obrador evadió fincarle responsabilidades.

Algo que no habría hecho, si, en vez de Peña Nieto, el asunto involucrara a Calderón. Quizá su más acérrimo rival. En ese caso le habría pedido explicaciones. Como lo hizo, hace unas semanas, cuando el ministro presidente Arturo Zaldívar revivió el caso de la Guardería ABC, que salpica de forma directa al ex titular del Ejecutivo y a su esposa, la diputada federal Margarita Zavala.

Incluso, esta misma semana, cuando para evitar hablar de la masacre de Zinapécuaro tuvo que hacer maroma y media, así como echarse largos sermones ante preguntas "sembradas" de los presuntos periodistas que le son afines, incluso de un prestigioso diario de circulación nacional, López Obrador se centró más en hablar del nexo entre Calderón y su secretario de seguridad, Genaro García Luna, preso en Estados Unidos por narco.

Claro que Calderón tiene que aclarar ese vínculo con García Luna. Cualquier democracia sensata debería de pedir explicaciones e investigaciones hasta las últimas consecuencias ante un mandatario cuyo encargado de la seguridad nacional en realidad apoyaba al cártel, el de Sinaloa, más poderoso del planeta. Por desgracia para la ciudadanía y por fortuna para la clase política, no somos una democracia sensata.

Todos los presidentes, incluido el actual, deben de responder respecto a los sucesos que sacuden la vida nacional. El caso ABC, el Culiacanazo, la masacre de Allende, la masacre de Zinapécuaro, todos son casos que deben ser aclarados porque involucran lo más valioso de la existencia: la vida humana.

Lo mismo pasa con el caso Ayotzinapa: si uno está a favor o en contra de los normalistas y su actuar es una discusión irrelevante, el tema a discusión aquí es que debe de haber un estado de derecho que proteja la vida de todas y todos los mexicanos, más allá de sus posturas ideológicas. Lo que sucedió en Iguala hace casi 8 años es un terror absoluto: elementos del Estado, incluidas las fuerzas armadas, participaron directa o indirectamente en la desaparición de los 43 jóvenes estudiantes. 

Pero AMLO, como en el caso Odebrecht, parece no querer tocar en este tema a Peña Nieto. La razón es que realmente siente aprecio por él por distintas razones: la principal, que el priista se comportó como un demócrata en 2018 y rechazó intervenir en su contra durante esos comicios. No sólo eso, sino que reconoció su triunfo, no trató de impedir su llegada a Palacio Nacional, de hecho lo facilitó en el periodo de transición, e incluso le contó "chismes" de relevancia nacional.

Se sintió traicionado, dijo López Obrador hace un par de semanas: los que lo pusieron en el poder lo convirtieron en el payaso de las cachetadas. 

Eso es cierto, Peña Nieto no fue un neoliberal tradicional. De cierta forma, el líder del nuevo PRI era, más bien, como los líderes del antiguo PRI, por el cual AMLO siente gran respeto: era institucional, populachero, amante de las multitudes, amante de los rituales políticos como la cargada y el destape. Su gabinete estaba lleno de tecnócratas, como Videgaray o el desaparecido Aurelio Nuño, pero Peña Nieto en su corazón era un priista tradicional, el de la época de la institucionalidad revolucionaria y el milagro mexicano.

Igual que López Obrador.

Otros datos:

  • El "admirable" Ojeda; hay que reconocer que el almirante líder de la Marina se ha comportado a la altura histórica de las circunstancias. El haber entregado información clave respecto a la noche de Iguala que esclarece los hechos, sin importar que involucra a personal de la dependencia que encabeza, es un acto noble, loable, patriótico y profundamente democrático. Actos así son los que fortalecen las instituciones. 
  • PAN y PRD temen que el PRI los abandone: y hablando de priistas y su coqueteo con la 4T, en la oposición comienzan a surgir temores de que los tricolores abandonen la coalición compuesta por los amarillos y los azules. Prueba de ello es que prepararon dos comunicados sobre la acción de inconstitucionalidad que presentarán contra el "decretazo": uno con el PAN-PRD-PRI... y otro con el PAN-PRD sin el PRI. Esa alianza está más frágil que un castillo de naipes en medio de una tolvanera.