El pasado miércoles 29 de diciembre el autodenominado director general de Six Flags México armó una verdadera escándala (sí, con a): resulta que el señor no soportó la diversidad y discriminó a una pareja del mismo sexo por atentar contra el “ambiente familiar” del parque de diversiones.
En pleno siglo XXI, en una ciudad que se posiciona como la aparente “vanguardia” de la República Mexicana, una persona con un poco de poder decidió usarlo para censurar un acto que le pareció inapropiado.
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El tuitero “@giov_” alzó la voz para denunciar la intolerancia que presenció y rápidamente fue respaldado por una comunidad LGBT+ harta esconder su personalidad por temor a incomodar al prójimo.
Las redes sociales se polarizaron: cibernautas salieron en defensa de la pareja del mismo sexo que fue víctima de discriminación, pero otras personas decidieron respaldar a la empresa y a sus supuestas “políticas para promover la sana convivencia”.
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La discusión se prolongó durante el último jueves y viernes de 2021, tanto que llegó a oídos de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación.
El organismo local y la funcionaria coincidieron en que fue un acto arbitrario, por esa razón, ahora se debería atender a los afectados con la debida reparación del daño y disculpa pública.
Six Flags México se lavó las manos como Pilatos y le echó la bolita a sus “políticas”
Six Flags México no sólo discriminó a una pareja del mismo sexo por darse un beso en público, sino que tardó varias horas en emitir su primer posicionamiento al respecto.
Minutos después de las 14:00 horas del jueves 30 de diciembre, el parque de diversiones emitió un comunicado que, a mi parecer, básicamente argumenta que se discrimina para salvaguardar los valores más rancios de la “sagrada familia”.
No es broma: en el texto se planteó a la “política de comportamiento” como la única responsable de todo el zafarrancho. En ese sentido, las mentes detrás de la administración del sitio creyeron que con “disolverla” habría un punto final a la historia.
El tiro por la culta llegó después, con el besotón contra la homofobia que los miembros de la comunidad LGBT+ realizaron afuera del recinto. Un acto de protesta pacífica, de expresión artística y alegría que, en lo personal, me pareció la mejor forma de dar una bofetada al empleado de Six Flags México, un sujeto producto de la generación de cemento.
Ojalá todo fuera tan fácil como cancelar una política y hacer como si nada hubiera pasado, pero no. Las personas que acudieron a protestar contra la homofobia sufrieron otro episodio de violencia, al ser agredidas por transeúntes en desacuerdo con su manifestación.
Y entonces, quienes presenciamos el desarrollo de esta historia a la distancia, nos percatamos de que el villano no fue don director general de Six Flags México ni las políticas pro “ambiente familiar” del lugar.
“El malo” del cuento es mucho más grande y, tristemente, está arraigado en la mentalidad y en los prejuicios sociales, en esa insistencia de castigar a las parejas del mismo sexo por tener la valentía de mostrar su amor públicamente (y en un contexto donde develar los sentimientos es sinónimo de debilidad).
Está claro que hay mucho trabajo por hacer, pero callarse ante las arbitrariedades nunca es opción. Enhorabuena por quien decidió evidenciar el verdadero rostro del parque de diversiones ubicado al sur de la capital.
P.D. Ya fue mucho texto, pero no hay que olvidar que en junio de 2021 Six Flags México “se subió al tren” y utilizó a la comunidad LGBT+ para su capitalismo arcoíris. En el marco del mes del orgullo gay, la empresa emitió un mensaje en pro de la diversidad y de todas las formas de amor.
En fin, todo cae por su propio y algo queda claro: el sitio que se disfrazó de aliado multicolor hace apenas seis meses en realidad es abanderado de la hipocresía.