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Ómicron hará que sigan subiendo precios de alimentos en el mundo

De los 38 países que conforman la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la tasa de México fue las cuarta más alta, después de las de Turquía (36.08%) y Polonia (8.6%) y Hungría (7.4%).

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La inflación no solo golpeó a México el año pasado, también a la mayoría de los países del mundo.

El viernes pasado, el INEGI dio a conocer que en 2021 la tasa inflacionaria fue de 7.36%, muy por encima del 3.4% de 2020 y del objetivo del 3.0% que se fijó para el año pasado.

Si comparamos el 7.36% con la tasa inflacionaria de los integrantes del G20, que son 19 países más la Unión Europea, tenemos que la de México fue la quinta más alta después de las de Argentina (51.2%, Turquía (36.8%), Brasil (10.74% y Rusia (8.39%).

De los 38 países que conforman la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la tasa de México fue las cuarta más alta, después de las de Turquía (36.08%) y Polonia (8.6%) y Hungría (7.4%).

De entre 33 países y territorios de América, la tasa inflacionaria de nuestro país fue la novena más alta, después de las de Venezuela (1198.0%), Surinam (69.5%), Argentina (51.2%), Haití (10.91%), Brasil (10.74%), Jamaica (8.5%), República Dominicana (8.23%) y Uruguay (7.96%).

La crisis económica que generó la pandemia convirtió a la inflación en un serio problema en países que hasta antes de que llegara el coronavirus SARS-CoV-2 no sufrían de elevados aumentos en los precios.

Por ejemplo, el Reino Unido que en 2020 tuvo una tasa de 1.0% acabó 2021 con una de 5.1%. Estados Unidos que el año antepasado tuvo una inflación de 1.2% acabó el año pasado con una tasa de 6.8%.

En muchos países, México entre ellos, el aumento en los precios de los alimentos el año pasado afectó seriamente a decenas de millones de personas.

En nuestro país, los precios de las frutas y verduras aumentaron 21.73% y los de los demás productos pecuarios 11.11%.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) dio a conocer hace unos días los aumentos de precios a nivel mundial en 2021 de alimentos en general (28.1%), cereales (27.2%), aceite vegetal (65.8%), lácteos (16.9%), carnes (12.7%) y azúcar (37.5%).

En 2021, los precios mundiales del maíz y trigo aumentaron 44.1% y 31.3%, respectivamente, lo que indudablemente afectó y afecta a las millones de personas que consumen tortillas y pan.

El COVID-19 complicó los procesos de producción y transporte de alimentos y la nueva ola de infecciones generada por la variante ómicron contribuirá a encarecer más a la mayoría de los productos que consumimos. Los medios de transporte marítimos, terrestres y aéreos están semiparalizados porque miles de trabajadores que han sido infectados no están trabajando. Las cancelaciones de miles de vuelos comerciales durante las últimas tres semanas debido a la ausencia por enfermedad de pilotos, sobrecargos y personal de tierra alrededor del mundo son una muestra de la complicada situación que prevalece. Lo mismo ocurre en las empresas navieras, ferrocarrileras y camioneras, puertos marítimos y centrales de abasto. Simplemente no hay el suficiente personal para llevar a cabo los procesos necesarios que lleven los alimentos de los centros de producción a las mesas de los consumidores.

Por más que lo deseemos, la pandemia no ha terminado. Por más que nos quieran convencer nuestros gobernantes de que las cosas van bien, la realidad que enfrentamos cotidianamente acaba por imponerse.

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