La castración química es una de las medidas por la que están optando varios gobiernos para intentar frenar los delitos sexuales en contra de mujeres, niñas y niños. Pero... ¿en qué consiste y qué tan efectivo es este procedimiento?
Al hablar de delitos contra la libertad y la seguridad sexual, las mujeres se encuentran, de manera desproporcionada, más vulnerables que los hombres, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que, por cada nueve delitos sexuales cometidos contra mujeres, hay un delito sexual cometido contra hombres. Esta prevalencia ha provocado que gobiernos del mundo busquen medidas para frenar dichas agresiones. Entre estas propuestas ha surgido la castración química.
¿Qué es la castración química?
El primer intento de manipulación hormonal para reducir la conducta sexual patológica se produjo en 1944. No fue sino años más tarde, en 1996, cuando California se convirtió en el primer estado de EU en autorizar el uso de la castración química o quirúrgica para ciertos delincuentes sexuales que estaban siendo liberados de prisión y reintegrados a la comunidad, explica la National Library of Medicine.
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Desde entonces hasta ahora, son varios los países que han optado por usar dicha medida, cada uno con distintas restricciones y condiciones.
Pero... ¿en qué consiste dicho procedimiento? La Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc) explica que se trata de una intervención médica "que utiliza sustancias hormonales como el acetato de medroxiprogesterona, cuyo efecto antiandrogénico disminuye los niveles de testosterona, inhibe la libido y, así, controla los impulsos sexuales".
A diferencia de la castración quirúrgica, los efectos de la castración química son reversibles, ya que el organismo puede recuperar la producción de testosterona al interrumpir el tratamiento.
¿Qué tan efectiva es la castración química para inhibir agresiones?
"La castración quirúrgica produce resultados definitivos, incluso en delincuentes pedófilos reincidentes, al reducir las tasas de reincidencia al 2% al 5% en comparación con las tasas esperadas del 50%", detalla la National Library of Medicine.
Para especialistas en el tema, este procedimiento resulta "inútil e insuficiente" para contener a una persona agresora sexual que, además, suele ser violenta.
"En esos casos, el problema residual es el de la violencia incontenible o no contenida, más no el impulso sexual que queda contenido con la castración química. Este manejo puede ser contraproducente en dichas circunstancias, debido a que la violencia se expresaría en otras conductas violentas", señala el texto ¿Qué hacer con los agresores sexuales reincidentes?
Otras personas especialistas afirman que con la castración química se estarían violentando los derechos humanos reconocidos internacional y nacionalmente, como el relativo a la prohibición de ser sometido a torturas, penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (Declaración Universal de los Derechos Humanos); el de su integridad personal -física, psíquica y moral (Convención Americana de Derechos Humanos), a ser sometido sin su libre consentimiento a experimentos médicos o científicos (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), etc.
Por ello, el debate persiste, ya que los estudios sobre la efectividad de la castración química para reducir la violencia sexual carecen de cifras concluyentes.
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