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Criar desde las penumbras: la pesadilla de la maternidad en prisión

Su embarazo la tomó por sorpresa. Haydee, de 35 años de edad, recuerda lo primero que pensó cuando supo que sería madre mientras estaba en prisión: 'ya no nada más era yo, sino que venía otra personita'.

La vida de las mujeres privadas de la libertad en reclusorios del país es un 'foco rojo' en violaciones derechos humanos.Créditos: Especial.
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Su embarazo la tomó por sorpresa. Haydee, de 35 años de edad, recuerda lo primero que pensó hace 13 años cuando se enteró que sería mamá mientras estaba en prisión. “Me cayó como bomba la noticia porque pensé: ‘¿qué voy a hacer?’. Ya no nada más era yo, sino que venía otra personita. No lo quería, no lo aceptaba. Fue muy duro”, dice.

En una última frase, conmovida, señala que al poco tiempo tuvo que asimilarlo. Su testimonio fue obtenido con el apoyo de Mujeres Unidas por La Libertad (MUXLL), una organización feminista en defensa de los derechos de las mujeres en prisión.

En México, la vida de las mujeres privadas de la libertad en los centros penitenciarios es, a todas luces, un 'foco rojo' en materia de violación de derechos humanos, sexuales y reproductivos.

Aunado a esto, la maternidad en prisión agudiza el caldo de cultivo en el que se reproduce la violencia económica y emocional, por decir poco, ante la falta de impartición de justicia con perspectiva de género

Y esto no sólo aplica para las mujeres privadas de la libertad, sino también para las infancias. "Lo más difícil de ser mamá en prisión es estar encerrada y que mi hija compartiera esa cárcel conmigo", describe Haydee a Grupo Fórmula, al comentar cómo fue el proceso que vivió dentro del Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla y que por dos años compartió con su hija.

La maternidad en prisión agudiza el caldo de cultivo en el que se reproduce la violencia económica y emocional. Fuente: Cuartoscuro.

A sus 19 años, fue acusada de robo y la señalaron como autora intelectual, de entre 22 personas, de este delito por el que se le dictó una sentencia de seis años. Tres años después de haber ingresado a la cárcel, se embarazó.

Las carencias en prisión

Aunque se considera una mujer con suerte por poder llevar su embarazo en términos estables, Haydee es testigo de las deficiencias en la cárcel capitalina.

"La verdad es que los servicios médicos no eran muy buenos. Gracias a Dios yo me considero afortunada de entre tantas personas porque tuve atención cuando estuve embarazada. Pero no todas corremos con la misma suerte, ni todas pueden hablar bien ello. No fue un lujo", rememora esta mujer que ahora, en su proceso de reinserción social, trabaja como mesera en un restaurante de cocina mexicana.

El inicio de su embarazo fue lo más complicado al enfrentar síntomas como náuseas, vómito, fatiga, sensibilidad mamaria y aversión a la comida. "Yo sí sufrí mucho, me acuerdo que sufría porque, para empezar, todo me daba asco. No podía comer normal, tenía que comprar comida específica, la que yo toleraba", relata.

Detalla también que dentro de Santa Martha Acatitla estaba en la zona de 'población' -término que hace referencia al área en donde se encuentran la mayoría de personas que ya recibieron una sentencia-. Ahí, durante cinco meses, tuvo que acostumbrarse al día a día en prisión, exponerse al humo del cigarro, peleas, carencias y limitaciones, todo ello aun cuando lo que se busca es tranquilidad durante el embarazo.

La vida de las mujeres privadas de la libertad en los centros penitenciarios es, a todas luces, un 'foco rojo' en materia de violación de derechos. Fuente: Cuartoscuro.

Para ella, la maternidad en prisión fue un desafío a nivel personal. "Lo tomo como un reto muy grande porque, te digo, yo entré sola y salí con alguien en brazos. Nunca me lo imaginé pero así pasó", añade acerca de lo que vivió hace más de 10 años.

Al mismo tiempo, asegura que la llegada de su hija trajo luz dentro de la oscuridad que había en el sitio donde se encontraba. "Esa luz me dio una esperanza y muchas ganas de echarle para adelante, de no tirarme, porque estar dentro de prisión es algo muy triste, muy deprimente", opina.

Donaciones son ‘salvavidas’ para las mamás en prisión

Sin embargo, como parte del protocolo fue transferida al Centro Femenil de Reinserción Social Tepepan. Cuenta que con esto se sintió tranquila porque ahí el humo del cigarrillo, el ruido, las discusiones y pleitos, a los que por un tiempo se acostumbró en Santa Martha Acatitla, ya no se presentaban de manera recurrente.

Pero, comenta, que desafortunadamente ahí también llegó a vivir situaciones de violencia.

Esta es la primera muñeca que recibió la hija de Haydee.

En la zona destinada a maternidad en prisión también hay conflictos. Por ejemplo, en una ocasión la hija de otra mujer mordió a su bebé. "Se armó un 'merequetengue’ porque la mamá se me puso: 'oye, que tu hija ya mordió a mi hija' 'sí, pero la tuya es más grande que la mía'. La verdad terminamos en golpes y nos hicieron un cambio de estancia, de dormitorio”, detalla.

Haydee trata de justificar esta situación al señalar que, por el ambiente, quiere imaginar que la hija de la joven con la que compartía el dormitorio y otros niños inquietos sentían frustración y buscaban una forma de desahogo. Por esto, enfatiza el llamado a las autoridades acerca de implementar espacios libres de violencia para las infancias.

Las donaciones de pañales, toallas y ropa fueron un 'salvavidas' para ella pese a las visitas de su madre cada ocho días. Aun con ello, tuvo que buscar la manera de ser autosuficiente y cubrir los gastos, a diferencia de lo que sucedía cuando todavía no tenía a su hija y sólo se dedicaba a tomar cursos o estudiar dentro de la cárcel.

"Naciendo ella me enfoqué mejor en conseguir algo allá adentro para poder obtener un ingreso y poder suplir las necesidades", menciona.

Ella tiene un recuerdo que jamás va a olvidar: cuando nació su hija. "Cuando yo vi nacer a mi bebé decía '¡híjole!, ¿cómo le voy a hacer para cuidarla?, para darle las primeras cosas como pañales, toallitas, ropa, etcétera'". 

Esta pregunta rondó por sus cabeza más veces de las que podría contar. No obstante, para ella, el apoyo que recibió por parte de la institución trajo beneficios, por ejemplo, a través del Centro de Desarrollo Infantil (Cendi).

En la zona destinada a maternidad en prisión también hay conflictos. Fuente: Cuartoscuro.

Este servicio de estancia infantil proporcionaba a las madres privadas de la libertad comida especial, leche, pañales y juguetes en días como Navidad y Día del Niño. Su objetivo era que, por ser mamás, recibieran primero estos productos antes que las no embarazadas o quienes no ejercían la maternidad en la prisión.

La joven, que en ese momento tenía 22 años, estuvo desde el nacimiento hasta el retorno al reclusorio de Santa Martha Acatitla con su hija y, después de cumplir con su sentencia, obtuvo la libertad.

Pero para Haydee, -además de la mediana atención médica que recibía y la cobertura de sus necesidades básicas- uno de los factores que la sostenía dentro de la cárcel de Santa Martha Acatitla fue la sororidad y el compañerismo. "Adentro tuve grandes amigas. Solamente fue el compañerismo, la amistad lo que me ayudaba y me sostenía allá adentro cuando estuve embarazada", apunta.

Y entre los mayores retos que Haydee enfrentó al ser madre en prisión fue no poder darle las cosas que su hija necesitaba como una persona normal que puede salir a la tienda si se te acaba algo.

"¡Híjole! Yo creo que mi mayor logro fue tener conmigo a mi hija estando ya afuera, en la calle; fue un logro muy grande el haber salido de ahí y poder rehacer otra vez mi vida", manifiesta Haydee, madre y joven de 35 años.

Esta información forma parte de la investigación especial Sobrevivir juntas a la violencia contra las mujeres realizado en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (#25N).