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TESTIMONIO a 100 días de guerra en Ucrania: 'te acostumbras a sonidos siniestros'

Aquel sonido de sirenas que usualmente escuchamos en películas, para Katya pasó de ser un ruido ‘siniestro’ a uno al que, pasando los días, se acostumbró a oír en las calles de Kiev, capital de Ucrania y donde vive.

“La guerra empezó y no sé qué hacer”: estas fueron las palabras que la madre de Katya pronunció hace 100 días, cuando el pasado 24 de febrero Rusia decidió invadir Ucrania.Créditos: Daniela Mena
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La guerra empezó y no sé qué hacer”: estas fueron las palabras que la madre de Katya pronunció hace 100 días, cuando el pasado 24 de febrero Rusia decidió invadir Ucrania bajo la orden del presidente Vladimir Putin.

Katya, quien realiza su máster en administración de organizaciones sin fines de lucro en Alemania, cuenta que previo al ‘operativo especial’ -como el Kremlin ha denominado a la escalada militar- se esparcieron rumores en torno a una posible invasión; sin embargo, había quienes no lo creían. Ella era una de esas personas.

“Estaba en shock porque no puedes estar preparado para eso, incluso si tienes advertencias de guerra. Estaba perdida, no sabía qué hacer”, narra la estudiante de 23 años en entrevista para Radio Fórmula.

Invasión a Ucrania: Acostumbrarte a los sonidos ‘de guerra’ 

Aquel sonido de sirenas que usualmente escuchamos en películas, para Katya pasó de ser un ruido ‘siniestro’ a uno al que, pasando los días, se acostumbró a oír en las calles de Kiev, capital de Ucrania y donde vive.

“Los primeros días las sirenas empezaron a sonar y empiezas a sentirte completamente asustado. Era un sonido realmente siniestro porque no sabíamos qué esperar, si podrían disparar a nuestra casa. Fueron muy difíciles los primeros días. Desafortunadamente, te acostumbras”, cuenta.

En ese sentido, el sótano se convirtió en el escenario para, de alguna forma, ‘proteger’ a las personas de lo que fuese a pasar. Y alejarlas lo más posible de pensamientos como “es el fin del mundo”.

Fuente: Reuters.

Una noche, tras escuchar por un tiempo prolongado las sirenas, la estudiante ucraniana se refugió en el sótano junto con su mamá, ahí se quedaron hasta la 1:00 o 2:00 de la mañana. 

“Le dije a mi mamá que no nos podíamos quedar aquí, pero me respondió ‘tengo un mal presentimiento, quedémonos hasta las 3:00 a.m.’. Acepté porque a veces es bueno escuchar a nuestras mamás. Y exactamente a las 2:57 a.m. la gente empezó a correr rápidamente a sus sótanos”, detalla.

Se mantuvieron despiertas hasta las 6:00 o 7:00 a.m., cuando la luz del Sol ‘pegaba’ en las calles… y escuchó nuevamente las sirenas y como si algo se estrellara. La casa que se ubicaba a metros de distancia había sido bombardeada. 

“No pude comer bien, y toda la energía de tu cuerpo se gasta fácilmente cuando estás bajo esta presión. Te destruye”, menciona.

Las sirenas se lograban escuchar en mayor cantidad por las noches, pareciendo que los militares lo hacían a propósito, haciendo difícil para las personas conciliar el sueño. Al final, la ucraniana refiere que en los últimos días pudo lidiar con la situación; no obstante, tenía un deseo: dormir en su cama.

Sólo quería dormir. Y si moría, moriría en cualquier día, solo quería dormir en mi cama”, pensaba.

Katya solo estuvo una semana en Kiev, después viajó a Polonia, Estambul y finalmente arribó a Alemania.

Así fue el camino de Katya para salir de Ucrania

Según el último reporte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el conflicto en Europa ha dejado 9 mil 151 bajas civiles: 4 mil 169 muertos y 4 mil 982 heridos.

“La mayoría de las bajas civiles registradas se debieron al uso de armas explosivas con una amplia área de impacto, incluidos bombardeos de artillería pesada y sistemas de lanzamiento de cohetes múltiples, y ataques aéreos y con misiles”, puntualiza la organización.

De trabajar en organizaciones no gubernamentales o hacer voluntariado, Katya tuvo que pasar a un escenario completamente diferente: comprar un boleto de tren para lograr llegar a la frontera con Polonia. 

“Compré un boleto de tren para una ciudad en Ucrania y así llegar a Polonia, pero los trenes estaban completamente llenos y, aun con el boleto en mano, no podías asegurar tu lugar”, explica.

Después, el 2 de marzo, esperó tres horas para tomar un autobús cuya ruta era directa a Polonia. En el vehículo la mayoría de los pasajeros era gente de edad avanzada y madres con sus hijos e hijas; ciudadanos que podían irse de Ucrania porque para los hombres no estaba permitido salir del país.

Pese a que el camino a recorrer era directo, a fin de evitar a los soldados rusos, el conductor tomó el camino largo, es decir, la vía que daba más vueltas. Además, dentro del autobús debían mantener apagadas todas las luces para que no se pudiera ver la luz a través de las ventanas.

Fuente: Reuters.

“Era estresante. Exactamente esa noche, no sé el porqué, estaban bombardeando ciudades aledañas. Las sirenas empezaron a sonar. Tuvimos suerte”, relata.

Para Katya llegar a su destino fue relajante, pero no pudo evitar el llanto. Ahí, las personas que viajaban en el autobús desde Ucrania fueron recibidos con comida, agua e incluso juguetes para las y los niños. 

Una familia le dio refugio en Polonia, después viajó a Estambul, en donde se encontró con su novio, y finalmente llegó a Alemania para continuar con su maestría.

Una vista de un almacén de madera dañado después de un ataque, en medio del ataque de Rusia a Ucrania. Fuente: Reuters.

El dolor de ver las noticias

Aun cuando ahora es más fácil asimilar la situación, al menos para ella, sigue siendo estresante.

Katya tiene una aplicación movil en su celular que le notifica los momentos en los que las sirenas se encienden y suenan en Ucrania y la revisa esperando que no suceda algo en Kiev, donde se encuentran sus padres.

“No puedo entender cómo están mis padres porque no estoy ahí, con ellos. Pueden decir que todo está bien, pero tal vez no. Es difícil para mí estando acá”, señala.

Katya opina que incluso siendo voluntario o realizando donaciones, nunca se sentirá suficiente porque la gente sigue muriendo. "Es doloroso ver las noticias", expone.

A 100 días del inicio de la Guerra entre Rusia y Ucrania, Katya ve dos lecciones: apreciar los días pacíficos de la vida y siempre decirle a tus padres y a las personas cuánto los amas. “Hoy me siento más agradecida, ya no tengo que pensar en sótanos o refugios”, concluye.