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Estela y Salvador rompen estereotipos: ella hace tacos; él hace garnachas

'¿Nunca pensó que éste era un trabajo de mujer?', se le preguntó a Salvador. 'Siempre. Pero no me gusta trabajar para empresas', respondió.

Estela y Salvador.Rompen esteriotiposCréditos: Daniela Mena
Escrito en ESTILO DE VIDA el

Estela vende tacos de lengua, tripas, suadero y longaniza desde hace dos años. El puesto está desde las 7 hasta las 12 de la noche en la esquina de la calle Moldeadores y Calle 12, en Azcapotzalco. Sus clientes dicen que sus tacos son de los mejores de la colonia Trabajadores del Hierro. 

También al norte de la ciudad, Salvador lleva 8 años vendiendo quesadillas, gorditas, sopes y huaraches en el mercado Benito Juárez, en la colonia Sindicato de Electricistas. Uno de sus clientes dice que son la mejor opción cuando el presupuesto no es mucho.

"¿Nunca pensó que éste era un trabajo de mujer?", se le pregunta. "Siempre. Pero no me gusta trabajar para empresas", responde.

Foto: Melissa Damián

Evangelina viaja cuatro horas tres veces a la semana para vender ‘antojitos’ en una casa al sur de la Ciudad de México. Cada miércoles, Silvia, su madre, de más de 70 años, hace el mismo recorrido para poner un puesto en un tianguis cercano a la casa.

El puesto permanente en donde vende Evangelina “se lo heredó” su madre, a ella y a su hermana Laura. Decidió montarlo hace 40 años porque la mamá de ella, María, se dedicaba a traer queso, leche o chorizo de su pueblo, Santiago Tilapa (cerca de Toluca en el Estado de México) a vender en la capital.

“Mi mamá se dio cuenta de que era muy pesado ir cargando de casa en casa y mejor se vino aquí”, cuenta Evangelina. Tres generaciones de mujeres de una misma familia que se han dedicado a vender garnachas. 

El negocio de la cocina no es exclusivo de las mujeres, muy comúnmente se puede ver también a hombres atendiendo cocinas económicas o vendiendo tacos de guisado, pero es notable que los negocios de garnachas son mayoritariamente atendidos por mujeres y los de tacos de carne son atendidos por hombres con más frecuencia.

Foto: Melissa Damián

¿Por qué los taqueros son hombres y las garnacheras son mujeres?

La percepción de que la mayoría de las personas dedicadas a la venta de garnachas sean mujeres contrario a la mayoría de las personas que se dedican a la venta de tacos son hombres es una muestra de la división sexual del trabajo, que consiste en la separación de tareas y oficios entre hombre y mujeres, y que resulta en empleos altamente masculinizados y en trabajos altamente feminizados.

Foto: Melissa Damián

La idea es llamativa porque los tacos y las garnachas son alimentos muy parecidos. Ambos son recipientes de masa, con complementos diferentes aunque tampoco tan distantes.

En el caso de los taqueros y las garnacheras, se ha pensado que las razones para que exista esta división sexual del trabajo tiene que ver con el peso del trompo de pastor, por ejemplo, o que los taqueros trabajan en las noches, cuando es más inseguro salir para las mujeres.

La capacidad de cargar de las mujeres depende de la fisionomía y hábitos de cada una, por lo que generalizarla es un estereotipo. En tanto que la peligrosidad de salir en la noche es una desventaja estructural, pues las mujeres están expuestas a un tipo particular de violencia, que es la violencia machista.

Estereotipos y limitaciones estructurales tienen un efecto en las personas a la hora de decidir a qué se van a dedicar y también en cuanto a la oferta de empleo que pueden tener.

Foto: Melissa Damián

Salvador trabajaba en la cocina de los restaurantes California. Ante un cambio de administración, le tocó dedicarse al transporte para la misma empresa, pero sus jefes lo trataban mal, no respetaban sus horarios, se sentían dueños de su tiempo y además eran altaneros. 

Su hermana mayor tenía un puesto de garnachas y necesitaba ayudante. Su madre, originaria de Guanajuato, fue de las primeras vendedoras de comida del mercado de la colonia. Salvador le ayudó en el puesto a su hermana, y cuando ella se retiró, él se quedó con el negocio.

Foto: Melissa Damián

Estela vendió tacos durante años al lado de su esposo, Wenseslao. Tenían una dinámica conjunta, ella sabía dónde comprar la materia prima, cómo preparar los tacos, cómo funcionaba el negocio. Por eso fue que cuando su marido falleció no dudó sobre seguirse dedicando a lo mismo. En trabajos tan similares que no tienen diferentes jerarquías, conocer el oficio es lo que propicia la ruptura de estereotipos.