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¿Por qué el refresco puede volverse una adicción?

No eres tú, es el refresco. Y sí, nos volvemos adictos a esta dulce y burbujeante bebida, pero si no quita la sed y hasta la intensifica, ¿por qué una vez que empiezas cuesta tanto trabajo dejarla? Aquí te contamos.

El refresco es muy dulce y hasta puede ser adictivo. Créditos: Daniela Mena / Grupo Fórmula
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El dulce, burbujeante y encantador refresco es una bebida que una vez que la probamos, difícilmente podemos parar de tomarla. Y en tiempos de calor se antoja, aunque no necesariamente es la mejor opción para combatir la sed, como podría ser el té, el agua natural e incluso el agua mineral.

Sin embargo, un vaso bien frío de esta bebida en tiempos de calor generalmente viene seguido de otro y a veces otro más; o una botellita bien fría mundo para acompañar unos taquitos suena a una pareja inseparable.

O ¿por qué no?, la primera vez que invitas a salir a alguien, le llevas por un refresco, acompañado de la botanita de tu predilección: unos esquites, un hot dog o palomitas de maíz.

Pero no sólo ahí. También en muchos lugares como el cine, los restaurantes, cafeterías y hasta en las salas de espera, un refresco bien frío es la opción más común para ofrecerle a alguien.

Pero, si no quita la sed (aunque es es el lema de uno de sabor toronja), y tampoco, ¿por qué nos gusta tanto?

La clave de la adicción a los refrescos

Aunque no hidrata ni quita la sed, se siente rico tomar refresco. Pero no es sólo que te lo sirvan bien frío con estos calores que hasta rebasan los 30 grados en la CDMX; ni tampoco es la sensación burbujeante que da la impresión de aligerar la temperatura.

En realidad, buena parte del gusto de beberlo radica en uno de sus ingredientes principales: el azúcar. De acuerdo con la Facultad de Medicina de la UNAM, una lata de 355 mililitros (la más común, equivalente a algo así como vaso y medio) contiene al menos 10 cucharadas de azúcar (unos 50 gramos... y sí, la cucharada se estima como 5 gramos).

Esto es algo así como si a una taza de café le echaras unas 7 u 8 cucharadas de azúcar. Es decir, es muchísima. 

¿Y esto qué tiene que ver con el gusto de tomarlo? 

"Ingerir tanta azúcar dispara nuestros niveles de dopamina y el núcleo accumbens, una región del cerebro vinculada al placer y la recompensa, lo que nos hace sentir bien", detalla la Facultad de Medicina en una infografía. 

Sin embargo, este disparo de felicidad se disipa relativamente rápido, lo que hace que para repetir la experiencia, busquemos otra dosis de "alegría" en lata, botella o como prefieras.

Pero esto no es para nada saludable, pues el consumo excesivo de azúcares está asociado con problemas de salud como sobrepeso, obesidad y diabetes.

Y si bien no vamos a hacer que dejes de tomar refresco, te recomendamos que lo hagas con moderación. Y te digas a ti mismo "está bien, una ya". Pero de a de veras.

Ahora que sabes esto... ¿estás dispuesto a dejar el refresco?