Compartir la vida privada en redes sociales es un arma de doble filo, pues si bien te permite estar en contacto con personas queridas que te dan buenos consejos y te motivan en tu día a día, también abre la posibilidad de que "haters" te molesten o critiquen por cualquier posteo o comentario, como le pasó a Vicente Fernández IV, tras subir una foto de un sillón de su abuelo, el Charro de Huentitán.
Luego de que Vicentillo posteó la imagen del sillón de don Vicente Fernández, muchos de sus detractores le dijeron que no era posible que con tanto dinero tuvieran un mueble en tan pésimas condiciones.
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"Con tanto dinero y tiene sillón para la basura", "con tanto billete y todo roto", "le hubieran comprado uno nuevo, qué miserables que son", fueron algunos de los comentarios que le pusieron en la postal.
Algunos apoyaron a Vicente Fernández IV
Pese a que la mayoría "se le fue a la yugular" al hijo de Vicente Fernández Jr. también hubo algunos seguidores que salieron en su defensa e incluso agradecieron que haya compartido la imagen de un lugar tan especial para el ídolo de México.
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Aunado a ello, varios followers le dedicaron emotivos mensajes como: "El lugar preferido del nuestro querido Vicente, cuántas veces se inspiró cantando, abrazos viejón te extraño", “Perdón el atrevimiento yo tuve la fortuna de visitar 2 ocasiones una fue el recorrido del rancho y él se sentaba a escuchar y disfrutar de sus pajaritos y claro les daba de comer".
Sin embargo, pese a los comentarios halagadores que recibió, Vicente Fernández IV decidió eliminar la imagen de su cuenta oficial.
¿Cómo luce el sillón?
El asiento está muy agrietado en casi toda su estructura y en la parte inferior se ve un agujero considerable por donde fue saliendo la espuma del sofá.
Por el estado del sillón se cree que ese mueble tendría algún significado valioso para el Charro de Huentitán, por lo que decidió mantenerlo por el resto de sus días y no cambiarlo por uno nuevo.
Por ello, es que seguramente la dinastía Fernández ha decidido preservarlo como un tesoro con grandes recuerdos sentimentales, de cuando Vicente Fernández se sentaba ahí.