Las 7 cabecitas es el nombre con el que coloquialmente se le llama a un monumento colocado en mayo de 1940, y que se dice, esta poseído.
Este se encuentra ubicado en el kilómetro 21 de la carretera Panamericana, cercano a la entrada al municipio de Chihuahua, en el tramo conocido como “La curva del muerto”.
Se trata de un memorial colocado en honor a 7 niños que murieron durante un accidente automovilístico ocurrido en el sitio, el 1 de agosto del año 1939.
Algunos aledaños y visitantes refieren que, por las noches, las pequeñas cabezas, que representan los rostros de cada una de las víctimas fatales, cobran vida y lloran su propia muerte.
¿Qué ocurrió en “Las 7 cabecitas”?
El 1 de agosto de 1939, un grupo de 25 niños que formaban parte de la Asociación Cristiana de Jóvenes YMCA Chihuahua, viajaba sobre un camión de redilas.
El destino era el parque nacional Cumbres de Majalca, en dónde acamparían por una semana.
Recientemente, el último de los sobrevivientes de aquel evento, relataría que estarían jugando, gritándole a las vacas en el camino.
Eran alrededor de las 5 de la tarde, repentinamente, un camión de volteo se atravesó e impactó la unidad, hiriendo gravemente a los niños.
Al menos 3 de ellos murieron en el sitio, y otros 4 lo hicieron en el hospital, víctimas de sus lesiones.
El accidente conmovió fuertemente a la comunidad de todo el estado, se cuenta que toda la entidad se enlutó y lloró la muerte de los niños.
En la narrativa oral popular, se relata que los niños muertos perdieron la cabeza como producto del impacto, muriendo decapitados en el acto.
Pero no hay documentos oficiales que avalen dicha versión.
Lo cierto es que la comunidad chihuahuense le ha conferido un aura paranormal y de misterio a este memorial.
La intención de este último, según lo indicarían las autoridades, sería el de rememorar a las víctimas.
Pero también el de alertar a los viajeros que circulan por dicho lugar, considerado peligroso para maniobrar debido a su curvatura.
¿Quiénes son las víctimas de "Las 7 cabecitas"?
Los nombres de las víctimas son Venancio Gabriel Gardea, de 14 años; Armando Gutiérrez Balderrama y Jorge Giácoman, de 13; Luis Díaz García y Teodoro Faulkner de 11; Alberto Méndez Peña y Horacio Brondo Valdez, de 10 años.
Serían las almas de estos difuntos las que, según las personas, se apoderan de este sitio y hacen que las cabecitas cobren vida.
Algunas personas incluso han referido que, al viajar de noche, se encontraron con alguno de estos niños en el camino.
Lo anterior, dicen, como señal de que sus espíritus están condenados a vivir una y otra vez el día del accidente.